
Desde que empecé a profesionalizarme en el poker he ido combinando esta actividad con algún reto deportivo. Siempre he hecho deporte, desde niña, pero es diferente salir a jugar una pachanga o hacer deporte-salud, que preparar algo a consciencia. Para mí un reto es algo que nos exige sacar lo mejor de nosotros para lograrlo; ha de ser algo factible, pero que requiera esfuerzo, dedicación y constancia. Un reto es algo para lo que tienes que prepararte durante una temporada y eso implica hacer sacrificios, renunciar a cosas y centrarte.
Es algo que ocupa no sólo gran parte de nuestro tiempo sino también de nuestros pensamientos y es básico estar motivados antes de planteárnoslo. A lo largo de los años me he dado cuenta que proponerme un reto deportivo es tremendamente beneficioso para mi poker, es en realidad como un entrenamiento cruzado: combino el poker con una disciplina diferente con el objetivo de mejorar el rendimiento global aprovechando las características y habilidades que requiere practicar esta otra actividad.
Muchos jugadores eligen retos pokerísticos para animarse a jugar más o mejor. En mi caso prefiero escoger uno deportivo porque es lo que más me ayuda a tener la mentalidad adecuada para jugar, el “mindset” ideal. Además también me fuerza a desconectar del poker, que por mucho que me apasione tiene un componente estresante, sobre todo cuando juegas a nivel profesional y eso implica echarle horas incluso cuando no te apetece. El hecho de que el reto requiera esfuerzo físico, continuidad, y disciplina, pero que no esté relacionado directamente con el poker, hace que desarrolles un estado mental idóneo para jugar.
Desde el 2006 mis retos deportivos han sido las maratones, para mí son perfectas porque me gusta la larga distancia, y porque preparar una carrera a la vez que requiere todos los componentes propios de un reto deportivo, tiene también un componente azar propio de un reto que exige un día específico para realizarlo que no depende de nosotros – el día de la prueba no lo escogemos a nuestra conveniencia sino que nos adaptamos a él. Entender que el rigor y la varianza pueden combinar perfectamente es algo fundamental tanto en un maratón como en el poker.
A corto-medio plazo estamos acostumbrados a que en las mesas los resultados puedan no ser fieles al esfuerzo, dedicación y compromiso que empleamos para con este juego. En el deporte, si hablamos en términos generales, esto no ocurre. Luchar por algo cada día y ver como si entrenas duro mejoras es reconfortante. Me produce un gran bienestar ver que el tiempo que le dedico a algo se traduce en forma de mejora. Sin embargo, no todo es matemático cuando hablamos de una carrera, especialmente de una tan larga en la que pueden ocurrir muchas cosas: también existe un factor suerte. Del mismo modo que hay días que sales a correr y revientas el crono en las series, hay otros que no andas de ninguna manera, pero a pesar de todo, al final de la semana has cumplido con tus entrenos y has mejorado.
Ahora bien, el día de la prueba puede que sea uno de esos en los que tú estás on-fire, pero también puede ser uno de los que te levantas del revés. Cuanto más hayas preparado el reto, más minimizarás el factor varianza el día de la carrera, pero éste seguirá existiendo. Para mí es indispensable llegar a la salida con la sensación de haber hecho todo lo que estaba en mi mano previamente para conseguir mi objetivo, para saber gestionar y maximizar la suerte si es un día de los buenos. Todo esto es perfectamente aplicable al poker, más aun cuando en este juego el nivel de varianza es infinitamente mayor. Tener esta mentalidad a la hora de afrontar una maratón me ayuda muchísimo a centrarme en mi vida en general y particularmente en el poker. Cuando persigues y te comprometes con un reto deportivo desarrollas habilidades mentales que luego puedes transferir de una disciplina a otra. Te hace más fuerte a la hora de sobrellevar las rachas, construye un estado mental idóneo para grindar porque por una parte te sientes despejado por el simple hecho de generar endorfinas haciendo deporte y por otro, porque entiendes de forma intrínseca que para conseguir las cosas debes trabajar duro, pero que aun así nada es controlable al 100%. Lo aceptas y vives con ello sin dramatizar, puesto que ni siquiera algo tan científico como el deporte es predecible. Es un complemento perfecto a tu rutina como jugador fortaleciéndote mentalmente y convirtiéndote en alguien más preparado.
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